miércoles, 28 de agosto de 2019

Evaluación componente de los aprendizajes.

Casi a punto de finalizar el curso, y cuando en los centros solo se habla de evaluación, es curioso, y descorazonador, observar el corto camino que hemos recorrido en este tema durante el último siglo.
Ya en los años 30 del siglo pasado, Ralph Tyler nos mostraba una idea de evaluación que aún hoy nos continúa pareciendo innovadora. Evaluación como un proceso en el que, fundamentalmente, se trata de obtener información sobre el aprendizaje, analizarla, reflexionar sobre ella -en conjunto con otros- y tomar decisiones en consecuencia, para promover mejora y calidad como fundamental objetivo.
Esta aportación dio, o debería haber dado, un vuelco a un concepto más estático de evaluación: evaluación como una colección de hechos puntuales, que tienen una finalidad sancionadora o certificadora.
Desde luego consiguió que, 80 años más tarde, se siga hablando de ello y que muchos docentes discutamos, debatamos y pensemos la evaluación como un “instrumento” más de un proceso más amplio: la evaluación como parte del proceso de aprender.
Con sus argumentos sobre evaluación, Tyler consiguió significarla, no solo como una de las piedras angulares del cambio educativo  que todavía buscamos  (más ajustado a la manera de aprender que tienen los aprendices del siglo XXI), sino también como uno de los puntos más controvertidos y polémicos de todo cuanta rodea y conforma el ámbito educativo.
Paradójicamente, a pesar de su permanente controversia, y en contra de la supuesta importancia como elemento de mejora, la evaluación es el elemento más inmovilista de todos cuantos conforman el llamado sistema educativo y, como podemos observar fácilmente, ha pasado de puntillas en la sucesión de leyes educativas que hemos padecido en los últimos 25 años. En un rápido repaso longitudinal de leyes, decretos e instrucciones podemos apreciar la permanencia en ella de la visión reduccionista del concepto evaluación: medida y calificación.
En este vaivén de lo nuevo-viejo en educación, también la evaluación es un tema emergente desde el momento que a muchos docentes nos hace reflexionar sobre el cómo, el qué y cuándo evaluar. En este post quiero compartir reflexiones sobre el  “para qué” evaluar.
PARA QUÉ EVALUAMOS EN EDUCACIÓN.
Podemos adornar esta pregunta lo que queramos, pero la realidad de la respuesta es que evaluamos “para poner notas”. Sesiones maratonianas de debates y discusiones simplemente para transformar la evaluación en una manera “elegantemente horrible”, de etiquetar, calificar, clasificar, sancionar y jerarquizar.  Las evaluaciones de final de curso son sólo la versión más conductista de la enseñanza: premio o castigo.
La evaluación en educación debería perseguir un único objetivo: mejorar el aprendizaje de los/as alumnos/as. Esto es, que los aprendices aprendan más y mejor. Las evaluaciones de final de curso llegan tarde. ¿Para qué sirven los boletines y las actas como parte más concreta de la evaluación? Para alimentar la versión más tecnócrata de la enseñanza: recuento y clasificación.
EL VICIO DE LA EVALUACIÓN: EXAMINAR AL ALUMNADO.
Las evaluaciones escolares se centran en medir el rendimiento del alumnado. Rendimiento y resultados son expresiones que me recuerdan dos imágenes que desearía  desterrar para siempre de la escuela (y que fueron magistralmente representadas por las metáforas de  Tonucci y Freire): La escuela como fábrica   y la Educación Bancaria.
Una evaluación que mira sólo hacia el alumno es una evaluación viciada. El reduccionismo de utilizar el examen para todo, nos hace caer en la perversión que, incluso, cuando deseamos evalaur el sistema, el objetivo  evaluado es el alumnado. Todos conocemos las pruebas “tipo PISA” (por citar una de ellas). De nuevo nos intentan convencer que medir el rendimiento y el dominio de capacidades del alumnado es la clave de para analizar el sistema educativo. ¿Quién se cree esto?
El examen como único modelo de evaluación es un tremendo error. Simplemente no obedece al fin principal de la evaluación: mejorar el aprendizaje del alumnado. Y no lo hace, en la mejor de las intenciones, en ninguno de los ámbitos de mejora que podría hacerlo:
  • NO ayuda a los alumnos a aprender (al no producir feedback durante el proceso).
  • NO ayuda a los profesores a mejorar la enseñanza (al constituirse como un elemento aislado del propio proceso de aprendizaje);
  • NO implica, de manera directa, la asignación de recursos (que supuestamente ayudarían a mejorar la educación) en aquellos centros o contextos cuyas mediciones queden por debajo de media estipulada;
  • NO modifica las políticas educativas que habitualmente se rigen por cuestiones ideológicas y económicas (a los hechos me remito).
Comparar los resultados con la media, con el estándar, con un número, con una calificación…. se ha convertido en la estrategia asumida para el desarrollo de políticas educativas neoliberales que persiguen la mejora en educación a base de la imposición de normas e instrucciones de obligado cumplimiento, sin darse cuenta que en este terreno una ley, si acaso puede cambiar la forma, pero nunca el fondo de lo que se hace.
9 PRINCIPIOS PARA OTRA EVALUACIÓN
Para finalizar el post propongo 9 principios que considero clave para el desarrollo de Otra Evaluación. Principios que, poco a poco,  podrán ir calando en el imaginario de actitudes docentes y que, junto a otros principios e ideas, irán conformando una cultura que nos abra camino hacia una nueva educación:
  • Personalización como principio y derecho a una evaluación singular, pensada para la persona a la que se dirige.
  • Contextualización como principio antagónico a la homogeneización y la estandarización. No es posible comparar la consecución de  aprendizajes en personas diversas.
  • Pluralidad instrumental como principio de ampliación del reduccionismo del examen.
  • Horizontalidad como principio contrario a la jerarquización. Coevaluación y autoevaluación como técnicas básicas.
  • Democratización como principio contrario al autoritarismo evaluador sin participación de los evaluados.
  • Integración: como principio y metodología de una evaluación integrada en el proceso de aprendizaje.
  • Permanente, como principio contrario a evaluaciones puntuales, sesgada en el modo y en el tiempo.
  • Actividad: como principio que visibilice la necesidad de hacer consciente al evaluado de que él es parte importante de la mejora.
  • Abierta, como principio posible donde se flexibilizan espacios y tiempos para evaluar.
Se vislumbran en el horizonte cambios en las leyes educativas. El esfuerzo en modificar el currículo oficial se me antoja estéril. Quizás una buena forma de replantear lo sustantivo de los procesos de aprendizaje, de los procesos de enseñanza y de los de evaluación, se aleje de cambios en los qué y se centre en los para qué y en los cómo.
infografía.Blas

APRENDIZAJE MÓVIL: M-LEARNING

El último monográfico de SCOPEO: M-Learning, en España, Portugal y América Latina describe de forma bastante exhaustiva el estado actual de la cuestión referente al aprendizaje móvil, mobile learning o m-learning y su lectura ha impulsado este artículo.
Este trabajo es una visión particular sobre este tipo de enseñanza-aprendizaje, centrado únicamente en tres dispositivos donde se mencionan algunas claves sobre su presente y futuro.
El m-learning se define como el aprendizaje a través de dispositivos móviles pequeños, con conexión inalámbrica a Internet, como pueden ser los teléfonos móviles (celulares), tabletas (iPad y sus clones), agendas electrónicas, etc. 
¿De qué entorno educativo estamos hablando?Antes de continuar hay que aclarar algunos conceptos que muchas veces no se tienen en cuenta a la hora de hablar de estos temas.
Este artículo va enfocado a la educación obligatoria, es decir, la de los menores de edad -niños y adolescentes-. Esta educación no se produce en un entorno de e-learning (educación a distancia por medios electrónicos) sino presencial y es previsible que esto no llegue a cambiar, ya que a este tipo de educación la mueven otros intereses que van más allá de la eficacia que nos proporciona el aprendizaje online, como pueden ser la socialización así como una educación basada en valores donde se hace necesaria la presencia física y la convivencia. Además, existen otros motivos, ajenos a la propia educación, como es el servir de lugar de atención de los niños y niñas para que los padres puedan trabajar.
No obstante, esta educación presencial adquiere determinadas facetas del e-learning que la optimizan, así es como surge el b-learning(del inglés blended: mezclado, combinado). El b-learning es el entorno al que tiende la educación de los niños y jóvenes y es en este ambiente en el que nos debemos mover, un entorno presencial pero con una parte importante virtual.

¿Existe el M-Learning?
Resulta curioso ver cómo los miniportátiles (o NetBooks) quedan fuera de la categoría del m-learning, cuando han sido el primer dispositivo con todas las características de un ordenador que ha sido utilizado para acceder a Internet prescindiendo de un lugar fijo. Probablemente esto tenga que ver con el deseo de que el m-learning tenga una identidad propia y no sea una simple evolución surgida a partir del ordenador clásico.
Sin embargo, mi concepto de m-learning es más semejante a esto último. Los teléfonos móviles hace tiempo que están adquiriendo características de los ordenadores y éstos a su vez han sufrido un acercamiento a los primeros a través de la disminución de su tamaño y reducción de precio. La síntesis entre ambos se ha producido en las tabletas. Estoy convencido de que éstas van a sustituir a una gran parte de los actuales portátiles y, al menos, a gran parte de las bondades educativas que actualmente se atribuyen a los teléfonos móviles. Los dispositivos actuales (móviles, tabletas y lectores de libros) no son sino fruto de la evolución y convergencia del antiguo ordenador de sobremesa y del teléfono fijo, ambos ya usados en la educación presencial y a distancia en la era pre-Internet.
Probablemente no estoy descubriendo nada nuevo, pero una de mis intenciones es quitar importancia al concepto de m-learning para enfocar el motor educativo en los nuevos avances tecnológicos. El m-learning no es más que la evolución y desarrollo natural de las tecnologías de la información y comunicación, pero de ningún modo algo distinto. Incluso no creo ni que sea necesario darle un nombre diferente.
Dispositivos móviles con vocación educativa

Teléfonos móviles
Cuando se habla m-learning se propone utilizarlos para proporcionar objetos de aprendizaje a través de ellos, o sea, el desarrollo de un tema, concepto, estudio de lecciones, ejercicios de práctica, etc. Sin embargo, creo que el móvil es útil para infinidad de cosas, excepto para esto mismo. Las tabletas o miniportátiles desarrollan esta función a la perfección y es una cuestión de simplicidad y eficacia. Si estamos en cualquier lugar con un móvil y con una tableta, usaremos la tableta para acceder a Moodle, a un blog o a la Wikipedia antes que el móvil. Esto no quiere decir que en determinadas situaciones no se pueda utilizar el teléfono para estos menesteres, pero lo veo como algo secundario y marginal.
Entonces, ¿para qué usamos el móvil? Los teléfonos móviles se caracterizan por disponer de una serie de dispositivos y características que los hacen muy útiles siempre que no se trate de obtener o generar información extensa o masiva. Aquí se proporcionan algunas ideas, la mayoría de ellas ensayadas en clase, pero la lista de posibles usos podría ser ampliada por cualquiera.
Camaras de fotos.
Las fotos se pueden utilizar de mil formas diferentes en el ambiente educativo. Aquí tenemos algunos ejemplos:
  • Para ilustrar trabajos online o en celulosa.
  • Para capturar una instantánea de los deberes, apuntes, esquemas de la pizarra (digital o no) y evitar el tener que copiarlos manualmente.
  • Para entregar trabajos a través de Internet. Por ejemplo, problemas de física, de matemáticas, de química, etc.
Grabadora de sonidos.
  • Realización de podcast por los alumnos como trabajo de clase.
  • Escuchar material sonoro proporcionado por el profesor: canciones, obras de música clásica, diálogos para aprender idiomas,audiolibros, etc.
Grabadora de vídeo.
  • Para realizar trabajos en formato de vídeo.
  • Dejar constancia de prácticas de laboratorio realizadas por los propios alumnos.
  • Ilustrar salidas culturales para que luego lo incluyan en un trabajo, etc.
Bluetooth.
El bluetooth permite el intercambio de material digital entre alumnos y profesores.
  • Repartir ejercicios de forma individual en clase. Por ejemplo, a medida que acaban un problema se les envía otro.
  • Compartir documentos, fotos, vídeos o grabaciones de audio unos con otros.
Aplicaciones.
Los sistemas basados en Android o iOS disponen de una enorme cantidad de aplicaciones que aumentan día a día. Su potencial es inmenso y probablemente este sea el mayor campo de crecimiento de los móviles en educación durante los próximos meses.
  • Mensajería. Aplicaciones como WhatsApp permiten el envío de texto, imágenes, vídeo o sonido como si se tratase de SMS o MMS aunque de forma gratuita a través de Internet. Además, la capacidad de crear conversaciones en grupo lo hace especialmente apto para ser usado en la comunicación entre los alumnos en los trabajos de clase.
  • Idiomas. Programas del estilo del traductor de Google que traduce tanto con voz como por texto, permiten mantener conversaciones en diferentes idiomas que la aplicación traduce de forma sonora o textual al idioma que queramos (es lo más parecido al traductor universal de Star Trek que disponemos en la actualidad). Se pueden crear actividades de clase con este tipo de aplicaciones.
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Traductor de texto y voz de Google
  • Geolocalización. Hay una enorme variedad de programas que usan las capacidades de geolocalización del móvil. Desde mapas, vistas de satélite, búsqueda de servicios en la localidad, ubicación de transportes públicos en las cercanías y un largo etcétera. Sin lugar a dudas es otra de las habilidades del móvil que podemos usar en multitud de ocasiones con carácter educativo.
  • Aplicaciones de carácter enciclopédico, diccionario o de consulta. Existe una gran cantidad de aplicaciones que nos permiten buscar definiciones, efemérides, temas históricos o nos dan información sobre temas muy concretos.
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  • Aplicaciones de carácter científico. Disponemos de una gran variedad de aplicaciones que proporcionan información que podemos usar en nuestras clases de matemáticas, física, química, etc.

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Mapa estelar (Lite Star Chart)
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  • Realidad aumentada. Estos programas nos permiten obtener información extra del mundo real que nos rodea.
  • Los códigos QR nos permiten obtener información a partir de imágenes bidimensionales codificadas. Hace poco escribí un artículo titulado Códigos QR para educación.
  • Aplicaciones del estilo de Goggles nos proporcionan información a partir de la realidad o de fotografías. Es de indudable valor para el estudio obras artísticas o arquitectónicas.
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Goggles reconoce la Fontana de Trevi y nos brinda información sobre ella.
Esta es una clasificación totalmente parcial, subjetiva e incompleta de las aplicaciones disponibles. Tenemos, literalmente, miles de aplicaciones que nos pueden ser de gran utilidad a la hora de trabajar diversos temas con los alumnos y con toda seguridad cada vez el abanico de posibilidades será más amplio.
En cuanto a la prohibición de uso del móvil que rige en la mayoría de centros educativos, a nadie se le escapa que los móviles están en modo silencio en las carteras y mochilas de casi todos los alumnos (es fácil comprobarlo activando el bluetooth de nuestro ordenador o móvil para que nos aparezcan inmediatamente una gran cantidad de misteriosos móviles invisibles). Se trata de usarlos sólo cuando sean necesarios por motivos educativos y únicamente con esta finalidad, ni siquiera es necesario modificar la normativa del centro. No debe olvidarse que la prohibición del móvil no es porque sea un aparato perverso en sí, sino porque entorpece el buen desarrollo de las clases, con lo cual su prohibición para uso educativo no tiene sentido.
Tabletas
imageLas tabletas, sin lugar a dudas, desplazarán al portátil en educación ya que disponen de sus mismas posibilidades pero son menos aparatosos, pesan menos, su funcionamiento es más natural (se trabaja con las manos, no con el ratón), agradable, sencillo e intuitivo (gracias al sistema operativo que usan), están listas para su uso con mayor rapidez y vienen a ser del tamaño de una libreta.
Aquí es donde los objetos de aprendizaje adquirirán todo su potencial y valor sin las limitaciones del pequeño espacio que tienen los móviles. Las tabletas, a diferencia de los móviles, permiten presentar y crear información extensa y masiva de una forma cómoda para alumnos y profesores.
Es inútil intentar una sistematización de sus usos, como he intentado hacer con los móviles, ya que sus aplicaciones son mucho más amplias y su ámbito de aplicación es el mismo que el de los ordenadores.
Lectores de libros
Los lectores de libros, eReaders o eBooks son aparatos diseñados específicamente para leer libros, normalmente también permiten el acceso a Internet.
Dada su función de lectura presentan una característica muy importante que probablemente hará que acaben fuertemente introducidos en el mundo educativo. A diferencia de un móvil o de una tableta, los lectores de libros permiten leer durante horas sin la fatiga que producen los primeros, ya que utilizan lo que se llama tinta electrónica y la pantalla se ilumina con luz externa, como si se tratase de un libro, de forma que el esfuerzo para leer es muy inferior al de las pantallas luminosas. Además, la resolución efectiva de las pantallas es superior con lo que la lectura es menos fatigosa.
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La necesidad de libros de lectura, de teoría, apuntes del profesor o cualquier otro documento textual, hace que sea el medio ideal, siempre que se necesite trabajar con textos extensos, ya que desarrolla su tarea mucho más eficientemente que la tableta. Recientemente han aparecido pantallas en color con lo que es posible que, en un futuro cercano, empiecen a incorporar características de las tabletas. De momento la velocidad de refresco de pantalla es muy lenta por lo que es apto para leer pero no para ver vídeos o imágenes en movimiento de una forma fluida.
Cuando el mundo editorial educativo se estabilice y sepa exactamente lo que necesitan los profesores y alumnos (así como lo que quieren ellos mismos) es posible que empiecen a generar por un lado libros de texto electrónicos (sólo texto e imágenes, al estilo clásico) para ser usados con los eReader y, por otro, elementos interactivos, multimedia y de creación de contenidos para ser usados con tabletas o portátiles.
Así pues podemos pensar que la mochila tradicional será reemplazada por un móvil, una tableta y un lector de libros. Este modelo puede ser que perdure bastantes años, fruto de la estabilización de la tecnología de transición que tenemos ahora mismo. O quizás no, hablar de tecnología en el futuro es como hablar del tiempo, un ejercicio bastante inútil.